Las propuestas finales quedan para algunos días más. Parte del proceso, en imágenes a continuación:
jueves, 29 de septiembre de 2011
Taller Viña: ensayos, abstracción, síntesis...
Un modo de llegar a abstraer las formas para componerlas fue practicar el desarrollo de sus diversos niveles de abstracción, entendidos como la simplificación significativa de la forma basada en la reducción de su nivel de detalles hasta su geometría más esencial. Cada participante del taller intentó generar propuestas tanto para el entorno observado como para sus elementos protagonistas, llegando a resultados bastante llamativos en la mayoría de los casos.
Se trabajó prescindiendo del color, a fin de concentrarse principalmente en la manipulación de contornos y rellenos en función de la composición. La información cromática se reservó para las propuestas posteriores.
Abstracción para La Ligua, Carlos Núñez.
Estudios para Viña del Mar, Juan Pablo Ulloa.
Marga Marga y sus cabras, Juan Sebastián Cordero.
Liebres, Javiera Reveco.
Valparaíso y sus perros, Camila Parra.
La Calera, Nataly Tello.
Abstracción para Quilpué, Michelle Alvarez.
Estudio para Robinson Crusoe y su Picaflor Rojo, Jonathan Recabarren.
Observación: MARGA MARGA, Juan Sebastián Cordero
El sector Marga Marga o el camino del estero coincide con el recorrido del metrotren y gracias a él es conocido y valorado como un circuito turístico-rural. Un terreno escarpado intervenido por el hombre, que pese a su altura no deja de ser acogedor y generoso en flora y fauna.
Basado en el ecosistema observado en el sector del estero Marga Marga, específicamente en las inmediaciones de Quilpué y Viña del Mar. A pesar de lo que se podría imaginar, el contexto en el cual este ecosistema se inserta proporciona un microclima característico protagonizado por altos y grandes cerros. Las figuras más representativas del lugar son estos cerros y el curso del agua, que actúan de manera activa en el desarrollo de las distintas especies que habitan el lugar. Los cerrros mencionados rodean el curso del agua (como abrazándolo), generando una sensación de protección y grandeza. cabe destacar que, por la acción del hombre, los cerros exhiben su conformación "en capas", ofreciendo sus matices a quien observa.
Observación: LA LIGUA, Carlos Núñez
La Ligua es una plácida localidad situada en un valle, de extensos terrenos planos rodeados de cerros y cruzados por el Río La Ligua. Sus habitantes la asociamos con conceptos como tranquilidad y paz.
En La Ligua, los cerros acentúan el vacío en el cual se ubica la ciudad, rodeada por sus líneas ondulantes que dan cuenta de la tranquilidad que se percibe en el valle. Estas líneas se manifiestan desde la cumbre de los cerros hasta la tranquilidad de sus faldas, formando una cavidad en la que encajan arbustos y largas extensiones de gramíneas y pasto. El sonido de los pájaros y el viento genera un ambiente relajado y tranquilo, en el cual es grato detenerse para respirar aire limpio y fresco que invita a la distracción y al descanso, potenciado por la ausencia de casas en los cerros y las brisas generadas entre las extensiones llanas entre las cuales circula y desemboca el Río La Ligua hacia las Salinas de Pullalli.
Observación: LA CALERA, Nataly Tello
La Calera es una ciudad del interior de la quinta región caracterizada por su producción de cemento y por estar situada en medio de una cadena de cerros amplios y curvilíneos que la rodean y encierran, llenos de maleza y plantaciones de paltas. Es una ciudad abrumadora, de clima seco y agobiante. Cromáticamente presenta colotres cálidos como amarillos, anaranjados y algunos matices oscuros de verde que abarcan tanto lo vegetal como algunos animales e insectos. Todo además parece estar siempre teñido de una pátina grisácea correspondiente al polvillo del cemento. Vuelan sobre la ciudad muchas mariposas rojas con manchas negras, que conceptualmente podrían representar la libertad pues son las que pueden superar los límites y elevarse por sobre las cadenas de cerros que circundan la ciudad.
Observación: QUILPUÉ, Michelle Alvarez
(Quilpué, muy bien llamada "ciudad del sol" debido a que la luz que refracta la mayor parte del día es casi enceguecedora y agota la vista. Su bicho soberano es difícil de definir ya que el mundo de los insectos es lo que más abunda en sus tierras. No obstante, la autora se decidió por uno en particular, bajo razones de peso).
Quilpué es una ciudad pasiva de colores opacos en la que predomina un sol brillante, enceguecedor y sofocante. La vegetación está en sus cerros (bajos y horizontales). Estos cerros se cierran y se agrupan en una cadena de poca altura que hace que casi no se perciban, pero al observarlos con atención podemos distinguir en ellos arbustos que dan la sensación de ser "blandos", y que con su textura y forma transmiten tranquilidad. En cuanto a su fauna es básicamente insectaria y uno de los insectos más conocidos y propios de la zona es la tijereta, que destaca entre alacranes y lagartijas (otros representantes típicos) por existir en abundancia y ser muy invasiva. Estas tijeretas son oscuras, de color café, sin brillo aparente hasta que las miramos bajo el sol, que las ilumina en su parte superior con una línea que atraviesa su cuerpo largo.
Observación: ISLA ROBINSON CRUSOE, Jonathan Recabarren
(No se podía perder la posibilidad de graficar la isla, teniendo un hembajador de ella en el grupo. Supimos por él (mucho antes de que se pusiera de moda en la pantalla chica) que sus altos cerros rocosos son imposibles de escalar sin equipamiento, que su altura abruma al acercarse tan sólo, que cuenta con una fauna y flora autóctona omnipresente y tan dueña del espacio como los propios isleños, que la cantidad de verdes presentes en el paisaje es infinita y que hay demasiada belleza en ella).
En el archipiélago de Juan Fernández (específicamente la isla Robinson Crusoe) la altura y presencia que imponen sus cerros se percibe imponente debido a lo escarpado de su forma y su verticalidad evidente, que hacen parecer que se "vienen encima" de quienes se enfrentan a su majestuosidad. Además, sus bosques son tupidos y sus verdes oscuros debido a la humedad que impera en el ambiente y la gran altura de los árboles que los componen.
En lo que se refiere a la fauna y además de las ya conocidas langostas, el picaflor rojo (en el caso del macho) es protagonista por ser un ave amistosa y colorida, autóctona de la zona. Su modo de volar es muy peculiar y gracioso, dibujando ondas en el aire y deteniéndose de frente a los humanos que se encuentran con él. El mar, por su parte, es claro y transparente además de cálido. La isla en sí, pese a estar rodeada aboslutamente de mar, genera una sensación de presencia majestuosa, dado que la imponencia de sus cerros es mayor que la inmensidad del mar que los rodea no por su tamaño, extensión y amplitud sino por la sensación que su imagen y cercanía genera en las personas.
Observación: COSTA de VIÑA DEL MAR, Juan Pablo Ulloa
La costa de Viña se desgrana en roqueríos chicos e intermitentes que hacen de ella un lugar no muy apto para el nado dada la espiral de sus mareas. No obstante, es un sector que invita a ser recorrido, linealmente y sin esfuerzo, de cara al mar y frente a cerros de poca altura que exhiben una naturaleza amistosa y sutil. Es un lugar de extensión y recorrido lineal y se divide en intervalos que se repiten a lo largo de ella porque pasa de ser una superficie plana (arena) a otra accidentada e irregular cuya principal característica es la fragmentación, formada a partir de la aparición de rocas que se dispersan en la orilla de la playa dejando a la vista sólo sus partes más altas e involucrándose con la arena intermitentemente. El resto del territorio costero lo cubre el mar, siempre agitado y rizado. Los colores que predominan en este sector abarcan la gama de los azules y verdes en distintas tonalidades, mezclado con el blanco de la espuma del oleaje, la calidez amarilla de la arena y el negro de las rocas. La especie más común y abundante en la costa viñamarina, que además es el ave simbólica de la ciudad, es la gaviota.
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