(No se podía perder la posibilidad de graficar la isla, teniendo un hembajador de ella en el grupo. Supimos por él (mucho antes de que se pusiera de moda en la pantalla chica) que sus altos cerros rocosos son imposibles de escalar sin equipamiento, que su altura abruma al acercarse tan sólo, que cuenta con una fauna y flora autóctona omnipresente y tan dueña del espacio como los propios isleños, que la cantidad de verdes presentes en el paisaje es infinita y que hay demasiada belleza en ella).
En el archipiélago de Juan Fernández (específicamente la isla Robinson Crusoe) la altura y presencia que imponen sus cerros se percibe imponente debido a lo escarpado de su forma y su verticalidad evidente, que hacen parecer que se "vienen encima" de quienes se enfrentan a su majestuosidad. Además, sus bosques son tupidos y sus verdes oscuros debido a la humedad que impera en el ambiente y la gran altura de los árboles que los componen.
En lo que se refiere a la fauna y además de las ya conocidas langostas, el picaflor rojo (en el caso del macho) es protagonista por ser un ave amistosa y colorida, autóctona de la zona. Su modo de volar es muy peculiar y gracioso, dibujando ondas en el aire y deteniéndose de frente a los humanos que se encuentran con él. El mar, por su parte, es claro y transparente además de cálido. La isla en sí, pese a estar rodeada aboslutamente de mar, genera una sensación de presencia majestuosa, dado que la imponencia de sus cerros es mayor que la inmensidad del mar que los rodea no por su tamaño, extensión y amplitud sino por la sensación que su imagen y cercanía genera en las personas.
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