Profesor: David Jeréz
Abarcando áreas del conocimiento humano o metafísico tan variadas y transversales como la psicología, la antropología o el diseño, en todas ellas encontraremos, a lo menos mencionada (sino estudiado y desarrollado a fondo) la temática de la percepción como fenómeno fundamental en nuestra comprensión del entorno, pero no en cualquier comprensión: en la real. En esa que no deja espacios vacíos ni falsas apariencias. Es ese instinto esencial incorporado en nuestros cuerpos que nos permite, vía nuestra sensibilidad, comprender el mundo en forma y fondo.
Ante nuestra visión las cosas se presentan, a simple vista, sencillas. Ahora, si incorporamos tacto e interés a nuestros juicios de valor, nos daremos cuenta de que en todo hay más. Mucho más. Al realizar el ejercicio de distinción entre los varios componentes del todo que se nos plantea ante nosotros, notaremos que en el ente conviven semejanzas y diferencias que solo vía percepción y tacto sensible podremos notar y que recíprocamente se empujan hacia un mismo sentido y razón: la comprensión real e integral del ente. Objetiva, racional y sensorial. Este nivel máximo de comprensión del entorno solo puede alcanzarse si hacemos propia en la práctica la percepción viva. Es decir, si llevamos a la praxis la acción de intentar ver más allá de lo que nuestros ojos nos muestran y logramos establecer diferencias y similitudes con todo lo que la imagen y la sensibilidad perceptiva nos proveen. Solo nos elevaremos a este nivel si estamos dispuestos a explotar el conocimiento objetivo y lo combinamos con el tacto.
Es aquí donde el proceso discriminatorio perceptivo se hace más valioso e importante que nunca. La premisa ‘’El todo es más que la suma de sus partes’’ encarna todo lo anteriormente dicho y, aunque parece muy compleja, la verdad es que es tan esencial que solo la apertura de las puertas de la percepción nos pueden permitir apreciar su real significado. Lo presente ante nuestros ojos muestra más que lo visible y, constante de dos o cien partes, la suma de estas no define lo que observamos. La sensibilidad y el tacto perceptivo, ese instinto vivo que nos empapa de la ‘’verdadera carne’’ del mundo, es lo único que nos permitirá apreciarlo todo globalmente, comprendiendo a cabalidad lo apreciado.
La ‘’domesticación’’ de la naturaleza humana y su posterior conversión en material artificial de potencial valor artístico, académico u comercial por parte del diseño se explica con la comprensión de la hipótesis ‘’percepción’’. Como estudiantes de diseño debemos comprender el nivel de importancia de incorporar a nuestros sistemas esta visión transversal de lo observado desde ya. El oficio se vale principalmente de la imagen, pero si queremos elevar nuestras creaciones a niveles de calidad superiores, debemos percibir lo creado u observado en forma real; en materia, cuerpo y espíritu.
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